ARTROSIS

La artrosis es una enfermedad degenerativa articular que afecta, esencialmente, al cartílago hialino que recubre la superficie ósea de las llamadas articulaciones sinoviales (rodilla, cadera, articulaciones de las manos…). No es un proceso estático, sino que es una enfermedad crónica que se desarrolla a lo largo de muchos años. La artrosis se produce por un desequilibrio entre los mecanismos de regeneración y degeneración de dicho cartílago. Como consecuencia de un grupo heterogéneo de factores, se produce una alteración del metabolismo del condrocito que conlleva un adelgazamiento del cartílago, asociado a cambios óseos regenerativos, que, en conjunto, determinarán las manifestaciones clínicas de la enfermedad que veremos más adelante.

En ambas patologías el síntoma fundamental es el dolor, de inicio lento, profundo y mal localizado, que típicamente aumenta con el movimiento y mejora con el reposo. Conforme avanza la enfermedad, el dolor se hace continuo y puede aparecer hasta en reposo. Puede aparecer, además, rigidez articular agravada después del reposo y una disminución de la capacidad para mover la articulación. Las deformidades articulares aparecen a lo largo de la evolución de la enfermedad como consecuencia del aumento del componente óseo y capsular.

ARTRITIS

Es una enfermedad sistémica autoinmune, caracterizada por provocar inflamación crónica de las articulaciones, que produce destrucción progresiva con distintos grados de deformidad e incapacidad funcional. Que puede causar daños en cartílagos, huesos, tendones y ligamentos de las articulaciones además de a diversos órganos y sistemas.

Los tipos más comunes de artritis son, entre otros:


DIAGNÓSTICO

Los datos fundamentales que permiten el diagnóstico de la artrosis son los síntomas que refiere el paciente y las alteraciones que observe el médico tras el examen adecuado de las articulaciones. Los análisis de sangre y orina no resultan alterados por esta enfermedad. A veces, se puede extraer líquido

de las articulaciones artrósicas y analizarlo. Esto resulta útil para aliviar el dolor y eliminar la posibilidad de otras enfermedades en la articulación. Las radiografías

simples de las articulaciones ayudan a confirmar el diagnóstico, informan de la intensidad del daño y permiten descartar otras lesiones . Las

radiografías simples del esqueleto resultan especialmente útiles en personas menores de 60 años de edad, donde existe una buena relación entre los síntomas

y las anomalías radiológicas.

Tratamiento

El manejo de la artrosis está centrado en el tratamiento de sus manifestaciones clínicas y, en menor grado, en su prevención.

El tratamiento farmacológico incluye las infiltraciones intraarticulares con corticoides y el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINE), que controlan el dolor, empleando siempre la dosis mínima eficaz. Los AINE tópicos pueden ser útiles, como apoyo al tratamiento, en articulaciones superficiales. Si el dolor no remite con AINE y limita de forma considerable la actividad diaria, debe considerarse la utilización de Tramadol, ya sea solo o asociado a Paracetamol.

El condroitín-sulfato o el ácido hialurónico, que alivian moderadamente el dolor semanas después de su aplicación, con lo que se consigue disminuir el consumo de AINEs. Las infiltraciones de derivados de la cortisona o de ácido hialurónico dentro de las articulaciones con artrosis pueden resultar, a veces, necesarias para

el tratamiento

Además del tratamiento vía oral, existe también la posibilidad de utilizar fármacos por vía tópica, sobre la piel que recubre la articulación artrósica, en forma de pomada, crema, nebulizador o spray. La capsaicina es un medicamento que también se administra por esta vía tópica para aliviar el dolor, reduciendo la cantidad de sustancias que transmiten, en los nervios, la señal dolorosa hacia el cerebro.

El calor local puede aliviar temporalmente el dolor, pudiendo aplicarse en forma de baños de agua (en la artrosis de las manos), manta eléctrica o similar.

El ejercicio aeróbico (natación, paseo) practicado regularmente ayuda al control de la enfermedad y a prevenir la atrofia muscular.

Eliminar o atenuar la obesidad resulta particularmente útil y necesario en la artrosis de rodilla, y también puede disminuir el dolor en otras articulaciones de carga, como la cadera y la columna lumbar. Se ha demostrado que el sobrepeso aumenta el riesgo no sólo de padecer artrosis de rodilla sino también de su progresión. La fórmula para conseguir reducir el peso corporal excesivo se basa en ingerir menos calorías con la dieta y en incrementar la actividad física habitual.

En el caso de la artritis, además de la administración de AINEs, existe la posibilidad de tratar el componente autoinmunitario de la enfermedad mediante moduladores del sistema inmune como: etanercept , infliximab, adalimumab, abatacept, rituximab, golimumab, certolizumab  y tocilizumab. Estos fármacos pueden mejorar la calidad de vida de muchos pacientes, pero también conllevan unos potenciales efectos secundarios graves.

Los corticosteroides ayudan a reducir la inflamación. Alivian rápidamente el dolor, inflamación y rigidez, y pueden administrarse inyectados directamente en la articulación (infiltración) además de vía oral.

Finalmente, los inmunodepresores, como azatioprina o ciclofosfamida, se utilizan para tratar pacientes con artritis reumatoidea cuando otros medicamentos han fracasado.

Autor: Raquel Carnero Gómez (farmacéutica).

Referencias:

http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001243.htm

Hunter DJ, Lo GH. The management of osteoarthritis: an overview and call to appropriate conservative treatment. Med Clin North Am. 2009;93:127-43, xi.

Asociación Madrileña de Personas con Artritis Reumatoide: http://www.amapar.org/

ARTRITIS REUMATOIDE

ARTROSIS

Prevalencia en España

Entre 0,5% y 1% de la población

24% de la población

Síntomas

– Dolor
– Hinchazón
– Enrojecimiento
– Calor
– Rigidez importante
– Derrame
– Deformación
– Limitación de movilidad
– Síntomas extrarticulares

– Dolor
– Rigidez poco duradera
– Limitación de la movilidad
– Pérdida de la función
– Deformidad

Factores de riesgo

– Sexo femenino
– Predisposición genética
– Infecciones
– Tabaquismo
– Estrés

– Sexo femenino
– Ocupación y actividad profesional (uso repetitivo y sobrecarga mecánica en algunas articulaciones)
– Actividad física intensa: deportistas profesionales
– Menopausia
– Genética

Forma de diagnóstico

– Examen físico
– Pruebas de laboratorio (velocidad de sedimentación globular, factor reumatoide y otras pruebas inmunológicas)
– Radiografías
– Examen del líquido sinovial

– Examen físico
– Radiografías

Dolor

– Suele durar toda la jornada
– Empeora con el reposo
– Intensa rigidez matutina
– Es mayor durante la noche

– Mecánico
– Empeora con la movilidad
– Mejora con el reposo

Rigidez

– Suele durar mas de media hora
– Es más intensa al levantarse
– Suele ser generalizada

– Suele durar menos de media hora
– Aparece tras un periodo de inactividad
– Remite rápidamente con el ejercicio
– Suele ser local, trensitoria y limitarse a la articulación afectada

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