La Triaca (del latín theriaca) fue un antídoto y medicamento polifármaco cuyo origen se remontaría, según Plinio, a la época de Antíoco III El Grande (rey de Siria), en el S.II a.C, y que reformado por Andrómaco, médico de Nerón, que le añadió la carne de víbora sustituyendo a la de lagarto, haciendo que aumentara su actividad frente a las picaduras de serpiente, pasó a denominarse Triaca de Andrómaco o Triaca Magna. Inicialmente se utilizó exclusivamente como antídoto, pasando a convertirse, a medida que evolucionaba, en panacea.
La fórmula, que era muy compleja, y que llevaba entre sus ingredientes, además de la carne de serpiente, otros muchos componentes (la Farmacopea Matritensis de 1739 cita sesenta y cinco) entre los que se encontraban el coral, el opio y la tierra sellada (arcilla), fue reformada por muchos autores, entre ellos Galeno, aunque la fórmula que más se divulgó fue la de Nicolás, que es la que figura en casi todas las farmacopeas del S.XVI.
Al ser tan complicada su preparación y tan numerosos los componentes, prestándose a adulteraciones de todo tipo, primero se legisló que sólo lo pudieran preparar los farmacéuticos individualmente para pasar después a la preparación pública por el conjunto de todos ellos. La Triaca más famosa fue la de Venecia y en España la de los Colegios de Boticarios de Zaragoza, Barcelona y Valencia. Ya en el S.XVIII el Colegio de Madrid consigue el privilegio de la preparación en exclusiva, figurando la fórmula todavía en su Diccionario de Farmacia de 1865.
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Autor: Luis Marcos Manzano (farmacéutico).